Conectar con el divino femenino y desempeñarnos en la cotidianidad con nuestra marca personal desde esa conexión tiene que ver con reconectar con la propia fuerza natural. No hay esfuerzo, hay gozo y placer al crear y manifestar.
Usar la frecuencia del divino femenino equilibrado con el divino masculino es otra forma de crear: es posible, es real.
La Energía Femenina es la fuerza que impulsa la espiritualidad, el amor propio, la creatividad, la pasión, la auto-expresión y el poder interior. La energía femenina está relacionada con la intuición, lo espiritual, todo aquello que escapa al mundo físico.
Lo divino masculino es la energía que nos permite actuar, tomar decisiones y afirmarnos en el mundo. Es pura fuerza, valentía y decisión. Sin embargo, cuando la energía masculina está desequilibrada, puede manifestarse como agresividad, arrogancia, intolerancia, dominación y falta de sensibilidad y empatía.
Tanto mujeres y hombres tenemos ambos aspectos de la energía y la tarea es EQUILIBRARLAS, ARMONIZARLAS para asentarnos en los potenciales de ambas y crear el mundo que soñamos.
Una alta dosis de energía masculina (reflejada en mayor competitividad y un pensamiento racional) tampoco es lo ideal. Ni tampoco una baja dosis de energía femenina, sumisa, “débil”, emociones sin control. El ideal es lograr un equilibrio entre ambas.
Y como la Energía Femenina se caracteriza por ser una energía calmada, magnética, atractiva, nutritiva, inspiradora, gestora, seductora y receptiva, en estos tiempos de cambios acelerados, renovaciones y reinvenciones, nuestra marca personal puede y debe hacer uso de estas virtudes escondidas, reprimidas para así crear una realidad de vida más en sintonía con lo natural, lo auténtico y genuino, sin forzarlo, ni imponiendo, más bien sintiendo que fluye y todo camina o se gesta al ritmo de los ciclos de la naturaleza.